2/25/2014

Vivir para siempre



“Lista número uno: Cinco hechos sobre mí. Uno, me llamo Sam; dos, tengo once años; tres, recopilo historias y hechos fantásticos; cuatro, tengo leucemia; cinco, cuando veáis esto probablemente ya estaré muerto”. Así empieza la película, voz en off, con imágenes caseras grabadas en vídeo, donde el protagonista se define a sí mismo.

Esta película trata sobre la muerte, el amor, las relaciones familiares, la enfermedad, el dolor... todo desde el punto de vista de un niño de once años que sabe que va a morir. No es melodramática, ni sentimentaloide, y éste es el milagro de la película. Plantea muchas preguntas, algunas sin responder, que hacen pensar al espectador. Me parece una película muy valiente. DeCine21.





2/24/2014

Más sobre la banalidad del mal



Super interesante documental sobre Arendt y su obra sobre la banalidad del mal. Son 21 minutos, pero vale la pena. Tendría que ser de visión obligatoria para los alumnos de secundaria, cuyo mayor defecto es que no piensan, no reflexionan.


"Cada niño es un genio en algo", dice Yaacov Hecht


Interesante entrevista publicada hace unos días en La Vanguardia. Soy profesora, y está claro que el fracaso escolar es fruto, en parte, de que seguimos teniendo una escuela basada en el modelo del siglo XIX, cuanndo las necesidades eran, lógicamente, distintas.

Yaacov Hecht, pedagogo disléxico; preconiza la educación a medida.

De dónde es usted?
De Israel, de Hadera...

¿Me lo deletrea para evitar errores al escribirlo?
Pues mire, no sé deletrearlo.

¿No sabe deletrearlo y es profesor?
Hablo y escribo mal. Y peor aún en inglés.

Tranquilo, aquí pocos lo hablan.
Soy el que peor habla inglés de los asesores del Gobierno. Y de los peores en todo Israel.

Es el primer asesor de gobiernos que me confiesa que habla y escribe mal.
Pues no se fije en lo que hago mal y trate de aprender conmigo de lo que hago bien.

Aquí no asesoría usted a nadie, porque preocupan los malos resultados PISA.
Mi país, Israel, también los saca mediocres en ese test y ojalá los sacara todavía peores.

¡...!
Porque es un test uniformizador que fomenta una escuela que educa para el pasado.

Pues mide competencias en matemáticas o lectura. ¿Ya no servirán en el futuro?
La obsesión PISA lleva a los países a imponer un pensamiento único que educa a los niños para conformarse con ser parte mediocre de las masas sin empleo. Por eso, yo me alegro de que fracasemos en esos tests.

No sé si le sigo.
La escuela piramidal jerarquizada educaba para una sociedad de obreros y soldados obedientes con unas competencias básicas uniformes. El problema es que esa sociedad ya no existe y la nueva necesita otra escuela.

¿Qué propone?
Un día vino a verme al colegio una madre desesperada por las notas de su hijo. Suspendía en todo. Le prometí que hablaría con él.

¿Cuál era el problema?
Me hablaba de asignaturas, pero yo insistí en que me dijera qué le gustaba en la vida.

Está claro que estudiar no era.
Cada niño es un genio en algo si le ayudamos a serlo. Pero si formamos masas de mediocres, todos fracasamos. Yo fracasé, porque la escuela se centraba en lo que yo era malo para convertirme en otro mediocre y no en lo que yo era bueno para mejorarlo.

¿Qué le gustaba, al chico?
El windsurf.

Pues no sé si surfear da para vivir.
Le dije que hiciera windsurf muchos más días. Él respondió que surfearía sólo los días con buen viento y los demás vendría al cole.

Es más razonable.
Le pregunté qué debía aprender para ser windsurfista y razonó bien: geografía, cartografía, matemáticas para calcular vientos y velocidades, e inglés, la lengua surfera.

Un programa educativo completo.
Y Gal Fridman estudió y surfeó hasta ganar el primer -y único- oro olímpico de la historia de Israel. Como Sarit Hadad, a la que convencimos de que se dedicara más a cantar, y hoy es una de nuestras mejores voces.

La economía no funciona con medallas.
Israel tiene una economía de la innovación donde cada uno coopera en red con sus habilidades, porque la pirámide empresarial de células huecas, donde el conocimiento fluye a través de ellas de arriba abajo mientras ellas compiten por ascender sin aportar valor a la empresa, ya no genera riqueza.

Israel también tiene otros problemas.
La escuela democrática educaría a palestinos e israelíes para cooperar sin conflicto.

Necesitamos saberes básicos comunes.
¿Qué le piden hoy en una empresa puntera? Ni notas ni títulos: quieren que les diga qué sabe hacer y cómo lo ha aprendido; en qué es usted genial y qué hace mejor que nadie.

¿Por qué importa cómo he aprendido?
Porque revela si será usted capaz de seguir aprendiendo por su cuenta para estar siempre en vanguardia. Las empresas ya no son pirámides sino redes de células con conocimiento propio, que no compiten, sino que se comunican, cooperan y crean en línea.

Aquí aún nos falta para llegar a eso.
Pero PISA nos educa para el pasado de la escuela piramidal y no para el futuro de la innovación en red. No prepara para el autoempleo sino para el paro. Hoy cada niño tiene que llegar a desarrollar su talento único que le integrará en la red del conocimiento.

Corea y Finlandia sacan buenos resultados PISA y son economías florecientes.
Estuve en Corea asesorando al Gobierno sobre el suicidio escolar, su problema nacional. En Finlandia ya no educan masas. Lo que buscan es precisamente diversidad: originalidad en cada alumno, formar ciudadanos únicos como fineses y como personas.

¿Ya no necesitamos saberes comunes?
Educarse no es sentarse desde los 4 a los 25 años ante un profesor que te suelta el rollo.

Yo lo hice y he sobrevivido.
Esa educación conduce al paro; en cambio, la del talento forma para el autoempleo y la innovación y para colaborar así en red con otros ciudadanos singulares.

Aprender requiere disciplina, esfuerzo, sacrificio, paciencia, memorización...
¿Quiere usted ser un periodista más o ser único?

¿...?
Encuentre la cualidad que le hace diferente y cultívela. No compita con todos los periodistas en los mismos campos, porque es el camino a la medianía. Nuestra escuela democrática forma personas únicas.


2/23/2014

Hannah Arendt



Éste es una de esas películas que cuando la terminas sabes bastantes más cosas de las que sabías, te lleva a investigar sobre sucesos y personas y a pensar sobre cuestiones que quizás no te habías planteado nunca. Muy interesante.

Hanna es una filósofa alemana judía. En 1960 el Mosad secuestra a Eichmann, criminal nazi, y se lo lleva a Jerusalén para ser juzgado allí. Hanna se ofrece de corresponsal a The New Yorker para escribir sobre el juicio. De su estancia en Jerusalén surge el libro "La banalidad del mal", en el que filosofa sobre la realidad del mal. Según ella, el mal surge y hace posible el holocausto, no porque Eichmann y compañía fueran monstruos diabólicos, sino porque eran mediocres funcionarios que se limitaron a cumplir órdenes, es decir, se negaron a pensar y por lo tanto dejaron de ser hombres, perdieron la humanidad. Este libro herirá muchas susceptibilidades. Recomiendo vivamente la película. Incluye imágenes reales sobre el juicio. DeCine21.


2/22/2014

Izquierdas fascistas



Muchas personas, incluso que presumen de intelectuales, no tienen el mínimo sentido común para separarse de su ideología y pensar por sí mismos. Maduro es de izquierdas, por tanto hay que apoyarle haga lo que haga, aunque se comporte como el peor dictador fascista. Lo mismo con Yanukóvich. Qué vergüenza. Pilar Rahola lo expresa mejor que yo en este artículo, aparecido hoy en La Vanguardia.

Las protestas de Venezuela y Ucrania han puesto sobre la mesa una cuestión que se repite con triste insistencia: la dificultad de cierta izquierda de considerar suyas determinadas causas que salen del patrón maniqueo históricamente establecido. Y no se trata sólo del consabido desprecio por las noticias trágicas que quedan fuera del mapa ideológico y son ignoradas por los autoproclamados campeones de la solidaridad internacional. Existe la causa palestina, pero no la de los libaneses que sufrieron la invasión siria. O los miles de muertos del yihadismo, la mayoría musulmanes. Y aunque proyectan una mirada paternalista hacia África, las víctimas africanas nunca han conmovido sus banderas. ¿Dónde estaba su rabia gritada en la calle contra la masacre de los tutsis en Ruanda? Como los malos no eran los yanquis o los de la estrella de David, no había malos, ni causa, ni muertos. El mundo está plagado de dramas que no interesan si no conforman el relato ortodoxo de la izquierda.

Es lo que está pasando con las actuales tragedias a lado y lado del Atlántico. Como en ambos casos el malo pertenece a la mítica izquierdosa (sea porque el chavismo vende retórica revolucionaria a los nostálgicos, sea porque los ucranianos quieren ser europeos y no rusos, y lo de Rusia aún no lo llevan bien en el flanco extremo izquierda), las protestas en estos países han sido recibidas con cajas destempladas en los aledaños más ruidosos del progresismo. Incluso algunos se han apuntado a la tesis del "fascismo" o el "terrorismo" para tildar a los opositores de ambos países, asumiendo el relato de dichos regímenes. Un tonto a las tres llegó a espetarme que no podía ser que un miembro del Consell de la Transició defendiera "el golpismo", dando por hecho que Maduro y Yanukóvich eran inequívocos demócratas, los muertos en Venezuela o Ucrania son culpables de haber sido masacrados y las protestas de la calle están dirigidas por el pérfido imperio yanqui. La retórica de Maduro es tan esperpéntica como implacable su autoritarismo represivo, y lo de Ucrania es, hoy por hoy, una matanza. El relato que publicaba La Vanguardia de la voluntaria médica Olesia Zhukovska, que alcanzó a escribir un "me muero" en su Twitter después de recibir una bala en el cuello, era escalofriante, como lo son las imágenes de las decenas de muertos que nos llegan. Pero nada conmueve a aquellos que se quedaron anclados en la guerra fría y aún viven con esa frontera simbólica en el centro de su ideología. A todos ellos les recomendaría leer a Albert Camus, que se rebeló contra estos dogmáticos de izquierda que desprecian las víctimas que no eran de su bando. Y sobre ello escribió una frase que dedico a todos lo que luchan en las calles de Venezuela y de Ucrania: "A pesar de las ilusiones racionalistas, e incluso marxistas, toda la historia del mundo es la historia de la libertad".




2/17/2014

"La luz entre los océanos"



La luz entre los océanos
Stedman, M.L.
Salamandra 2013

Por Dios, qué rollo. Un melodrama casi culebrón, que la principio no hay forma de que arranque y al final todo se precipita. No está bien escrito, o quizás es la traducción. No sé, pero no vale la pena leerlo. ¡Y ha sido libro del año en Australia, además de otros premios! Un 5.

"Una mañana de abril de 1926, un bote encalla en la costa rocosa de una remota isla australiana. En su interior yacen un hombre muerto y un bebé que llora con desesperación. A su encuentro salen Tom Sherbourne, el farero, y su joven esposa, Isabel. Se han instalado en la isla para dejar atrás los horrores de la Primera Guerra Mundial, y lo único que ensombrece su felicidad es la incapacidad de tener hijos. Ante la impresión que les causa un ser tan frágil e indefenso, Tom e Isabel deciden seguir el dictado de sus corazones y adoptar a la criatura, sin notificar el hallazgo a las autoridades. Un par de años después, cuando llega a su conocimiento que la madre de la niña está viva y mantiene la esperanza de encontrar a su hija, las tensiones se desatan en la pareja. Isabel ya no concibe la vida sin la pequeña Lucy, pero la decisión que han de tomar y el sufrimiento de la madre biológica harán que los hechos se precipiten en una cadena de consecuencias imprevisibles."



2/11/2014

La cultura del subsidio nos mata



¡Cuánta razón tiene el señor Nitin! Una entrevista interesante e ilustrativa que publicó La Vanguardia hace poco.

Nitin Nohria, decano de la Harvard Bussines School

Usted enseña liderazgo: aquí tenemos muchos cargos, pero muy pocos líderes.
Confundir el cargo con un líder es tan erróneo como habitual. Pero el cargo no hace al líder. ¿Qué hace al líder? Líder es quien se esfuerza hasta lograr ayudar a los demás a dar lo mejor de sí mismos.

¿Es anticuado enseñar liderazgo cuando la mayor inteligencia es la colectiva? 
Llámele liderazgo o como quiera, pero las funciones de líder, con redes sociales o sin ellas, siguen siendo igual de necesarias.

¿Seguimos necesitando jefes? 
Aún necesitamos líderes capaces de dar potencia, intensidad, dirección y sentido al talento individual para unirlo al del grupo, que, a cambio, debe saber reconocerlo.

¿Y no se puede lograr eso sin jefes? 
Las tecnologías permiten nuevas formas de liderazgo más abierto y participativo, pero cuando el desafío es grave y requiere respuesta urgente, necesitamos un capitán. Recuerde el papel de Giuliani el 11-S.

La ocasión crea al ladrón: ¿y al líder? 
El poder puede corromper, pero sigue siendo necesario. La distribución del poder en redes digitales no intenta ahora algo que no intentaran antes Bakunin, las comunas, los kibutz y todo tipo de anarquías y acracias: querer autoorganizarse sin jerarquías.

¿Por qué no es posible? 
Porque la gente sigue creyendo que es más fácil y útil ceder parte de su poder de decisión al grupo y del grupo al líder, porque así logran objetivos que solos no alcanzarían.

¿Todo cambia para seguir igual? Todo cambia: vamos a ver formas de poder insólitas ejercidas de forma insospechada por personas que jamás lo tuvieron.

¿Para aprenderlas deberé gastarme los 100.000 euros que cuesta su MBA? La información que le damos –ya se lo digo yo– la puede obtener gratis en internet, pero la experiencia y la confianza para convertirla en habilidades sólo la adquirirá con nosotros. Además, damos becas.
A lo mejor las amistades que haría en Harvard sí que valen esa fortuna. Es otro valor, pero, sobre todo, allí adquirirá su propia visión del mundo; algo que no puedes hacer solo, sino en comunidad.

¿Sobre qué ha construido la suya? 
Creo que tu trabajo es mucho más que el dinero que ganas por él. Por eso, ser capaz de trabajar para uno mismo da mucha más dignidad que cobrar un subsidio.

Supongo que sabe que en España sufrimos más de un 26 por ciento de paro.
Lo sé y por eso lo digo. Y no soy un millonario teorizando. Nací en India. Sé lo que es ser pobre y pedir limosna, y también sé lo que es ser pobre pero ganarte la vida con tu trabajo: todos los trabajos son dignos.

¿Cuál es la diferencia? La limosna te da dinero, pero no dignidad. He mirado a los ojos de los pobres de India que recibían ayuda y educación pero se esforzaban hasta lograr un empleo y un sueldo y un futuro. Y también he visto cómo los que preferían seguir viviendo de limosnas rehuían mi mirada al dársela.

¿Y las subvenciones no dan dignidad? Los subsidios de paro o contra la pobreza son imprescindibles. Jamás abogaré por desmontar el Estado de bienestar. Pero sí debo explicar que el subsidio de desempleo puede sustituir una parte del sueldo, pero no puede sustituir la autoestima y la esperanza que proporciona el ganarse la vida.

¿Eso no depende de cada cultura? La dignidad humana es universal. Y la autoestima también y se incrementa cuando trabajas con sueldo y no con subsidios. El subsidio jamás puede ser un modo de vida, sino sólo un auxilio temporal que te ayude a formarte para encontrar otro empleo. Es inmoral pagar a alguien por no trabajar.

Ahora míreme a los ojos y dígame que prefiere cobrar 100 euros por barrer que 200 de subsidio de desempleo
Prefiero cobrar 100 euros por barrer que 200 de subsidio de desempleo.

¿Y las subvenciones a regiones? Rige el mismo principio para los territorios y pueblos que para las personas: el subsidio debe ser temporal y sólo ha de servir para ayudar a que una región o país se esfuerce y se forme y mejore hasta que pueda mantenerse a sí misma. Esa ayuda necesaria no debe degenerar en indefinida.

¿No es solidaridad entre territorios? La solidaridad consiste en ayudarlos a que se ayuden. Si les das dinero indefinidamente, desincentivas su esfuerzo por competir hasta poder ganarse su propia riqueza.

¿Cree que la solidaridad desincentiva? Sé bien de lo que hablo porque lo sufrí en India: durante años tratamos a los países según la cantidad de ayuda que nos daban. Hoy hemos logrado transformar esa limosna en intercambio comercial entre iguales y hemos aumentado así nuestra autoestima.

¿Juzga humillante la prejubilación? Es una tortura jubilar a una persona de 60 años llena de vida, experiencia y ganas de compartirla que desea sentirse útil y que le paguen por serlo. Yo trabajaré a esa edad y a cualquier otra, porque a cualquier edad necesitamos sentirnos útiles.

2/10/2014

El debate sobre el aborto es ideológico



Ayer leí, con foto incluida, en la prensa, que un grupo de mujeres de Barcelona asistieron al registro de la propiedad para inscribir su cuerpo. Valiente estupidez. Además, se las veía maduritas, menopáusicas y con evidente dificultad para quedarse embarazadas. El argumento "mi cuerpo es mío" está absolutamente trasnochado. No hay persona con un poco de cultura o sentido común que crea realmente que un embrión o feto sea un grano en la matriz de su madre. Como siempre, estamos ante un debate ideológico, ni siquiera ético o científico. ¿Cuándo nos motivará, averiguar la verdad sobre las cosas en vez de funcionar a base de consignas partidistas? Así nos va.

Sabéis que habitualmente no pongo temas de debate de moda en el blog, pero esa noticia fue la gota que colmó el vaso.

2/09/2014

"Y las montañas hablaron"



Y las montañas hablaron
Hosseini, Khaled
Salamandra 2013

Precioso libro mosaico que transcurre en un período de sesenta años. El título hace referencia a cómo un hecho ocurrido en el seno de una familia afecta a los componentes de ésta y aquellos con los que se relaciona, a través de sus historias, como el eco de un sonido en la montaña. Muchos personajes muy bien dibujados, a fondo. Amor, abnegación, egoísmo, amistad... Un 10. Creo que me ha gustado más que los dos anteriores del mismo autor.

"La decisión de una humilde familia campesina de dar una hija en adopción a un matrimonio adinerado es el fundamento sobre el que Khaled Hosseini —autor de las inolvidables Cometas en el cielo y Mil soles espléndidos— ha tejido este formidable tapiz en el que se entrelazan los destinos de varias generaciones y se exploran las infinitas formas en que el amor, el valor, la traición y el sacrificio desempeñan un papel determinante en las vidas de las personas. 
La historia arranca en una remota y desolada aldea de Afganistán, donde Sabur y su segunda mujer se enfrentan en condiciones precarias a la llegada de otro invierno implacable. Abdulá, el hijo mayor, de diez años, ha cuidado de su hermana Pari desde que era pequeña, y ahora ambos escuchan cautivados la triste historia que les relata su padre antes de acostarlos, la víspera de iniciar un largo viaje que los conducirá hasta Kabul. Allí, en las bulliciosas calles de la capital, dará comienzo este fascinante itinerario que guiará al lector desde el otoño de 1952 hasta el presente, de Kabul a París, desde la isla griega de Tinos hasta San Francisco. 
Seis años después de la publicación de su anterior novela y superados los 38 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, Khaled Hosseini vuelve a demostrar su inmenso talento para narrar historias con valor universal y su inagotable capacidad para crear personajes que nos resultan asombrosamente cercanos y auténticos."